Sensación de muerte, arritmia, dolor en el pecho, falta de aire, temblores y otros síntomas son los que aparecen frente a un trastorno o crisis de pánico. Quienes padecen de este trastorno de ansiedad son afectados principalmente por su aparición repentina y asintomática, que les hace temer de sufrir una crisis en cualquier momento.
Si bien las crisis de pánico pueden desarrollarse a cualquier edad, son más comunes entre los 20 y 40 años. De toda la población, las mujeres presentan este trastorno con más frecuencia. Esta diferencia se explica por los factores socioculturales y biológicos, relacionados con la presencia y evolución de las hormonas femeninas.
Identificar una crisis
Uno de los principales problemas a la hora de padecer una crisis es que, por lo síntomas que presenta, suele confundirse con un infarto. Ante la presencia de los primeros trastornos de pánico, el paciente sentirá preocupación por los dolores ocasionado y, normalmente, consultará al doctor temiendo poseer algún problema cardiaco.
Debido a lo anterior, es necesario que estemos familiarizados con los síntomas de este trastorno para poder identificarlo:
La mayoría de las crisis ocurren de día mientras el afectado realiza sus labores cotidianas. También hay crisis de pánico que ocurren durante el sueño y provocan que la persona despierte ante el miedo experimentado.
Expectación ansiosa y las conductas de evitación
La crisis de pánico es uno de los padecimientos del trastorno de ansiedad. Este trastorno está compuesto por: crisis de pánico, expectación ansiosa y conductas de evitación. La primera en presentarse suele ser la crisis. Sin embargo, el recuerdo de ella desencadena otros padecimientos.
El temor a que la crisis se repita en cualquier momento se conoce como expectación ansiosa, mientras que las conductas de evitación comprenden un universo de acciones que llevan a la persona al aislamiento, ante la idea de que una crisis se presentará en cualquier instancia de su vida, pudiendo provocar otros efectos.
Las conductas de evitación pueden provocar que la persona deje de realizar sus actividades normales. Es decir, puede abandonar su trabajo o no volver a manejar un vehículo. Además, su miedo crece ampliamente, por lo que no desean estar solos, volviéndolos dependientes de otros. En estos casos, el trastorno de ansiedad se vuelve inhabilitante.
Factores de riesgo de crisis
Las crisis de pánico no se pueden predecir ya que se desconoce su origen. Sin embargo, existen factores que pueden facilitar su aparición.
Diagnosticar una crisis de pánico
Para corroborar la presencia de una crisis de pánico se deben realizar exámenes físicos junto a una evaluación psicológica. Con ellos, se descarta la presencia de problemas en la glándula tiroides y problemas al corazón. A su vez, la evaluación psicológica permitirá evaluar los síntomas, preocupaciones y reconocer si se encuentra en un periodo de alto estrés.
Tratamiento recomendado
Si has experimentado una crisis de pánico, es importante que corrobores la presencia de un trastorno de ansiedad. Para ello, se debe diagnosticar el trastorno asistiendo a un médico general, que pueda solicitar los exámenes recomendados. Una vez descartados los problemas físicos, se recomienda iniciar una terapia psicológica que permita superar o controlar los miedos asociados.
La psicoterapia puede incluir el tratamiento con medicamentos para tratar los ataques de pánico. Estos suelen ser inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y, de ser necesarios, son recetados por el psiquiatra.
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